lunes, 10 de mayo de 2010

Relaciones familiares durante la adolescencia.

Esta sin duda, es la etapa mas difícil para los padres, pero también para los adolescentes. Al igual que a los tres años es una época en la que el niño impone su autonomía y se revela con los mayores, durante la adolescencia se vuelve a repetir. Cuando son pequeños quieren vestirse solos, subir o bajar escaleras sin ayuda, comer solos, cortar la carne, ..., se ven capaces de todo y dicen "yo solo, que ya soy mayor". Nosotros los vemos tan pequeñitos e indefensos que aunque insistan no les dejamos solos, incluso les imponemos nuestra ayuda: "tu no puedes solo, que te vas a caer...". Sin embargo, cuando son adolescentes (12-18 años), los vemos muy grandes, ellos se imponen mas fuertemente y nosotros los vemos capaces, pero necesitan tanta ayuda, o incluso mas que cuando eran pequeños. Vemos una persona ya adulta, formada, físicamente, que nos pide independencia, que quiere hacer las cosas solo y que cree no necesitar a sus padres, pero no nos damos cuenta de que hay un desfase entre el crecimiento del cuerpo y la maduración cerebral real. Esto no lo podemos olvidar porque se sentirán tan perdidos y desorientados como si a un niño de tres años le dejas en una habitación solo con un rompecabezas. Los adolescentes necesitan una gran dosis de cariño, seguridad y autoridad.
Ya tienen muchas capacidades alcanzadas, por lo que se puede hablar con ellos y razonar bastante bien. Esto no quiere decir que nos tengamos que pasar la vida razonando con ellos, pero si darle claramente los por que de nuestras reacciones. No presentarles las cosas como castigos o premios como cuando eran pequeños, sino hacerlo como consecuencias de todos su actos. Por ejemplo, si no estudia, en lugar de decirle estas castigado sin salir, explicarle: al igual que los adultos trabajamos y la consecuencia es que ganamos un sueldo con el que podemos comprar lo que queramos o salir cuando queramos, tu trabajo es estudiar, si no lo haces no tienes por qué recibir a cambio que nosotros te compremos lo que sea o que salgas cuando quieras.
O si lo hace bien, en lugar de aparecer con un regalo, es mejor alavarlo y reconocerle el trabajo y si él pide algo (un regalo, salir, ...) concedérselo, siempre recordándole que es porque se lo ha ganado, y nunca por la cara.
Con esto conseguiremos varias cosas, por un lado, que aprenda que todos sus actos tienen unas consecuencias y unas respuestas de los demás, y por otro lado, que sea responsable de sus actos, además de aprender que todo merece un esfuerzo.

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